El Gobierno del PP (liberal-conservador) ha puesto el grito en el cielo, en Canarias no. En Maspalomas, donde los hoteles acaban de colgar el cartel de completo por el verano y el bulevar de Meloneras sigue siendo escaparate del poderío turístico del Sur de Gran Canaria, se observa con cautela el último movimiento en los cielos europeos. Juan José Hidalgo, presidente de Air Europa y patriarca de Globalia, ha sorprendido al pedir públicamente que Turkish Airlines entre en el consejo de administración de su aerolínea.
El acuerdo no es menor: la compañía turca, con una flota de 495 aviones y planes de expansión que la colocan como una de las más potentes del mundo, desembolsará entre 26 y 27% de Air Europa a cambio de 300 millones de euros. Para Hidalgo, es “bueno para España y para Europa entera”, porque asegura la independencia frente a gigantes como IAG, Lufthansa o Air France-KLM.
Pero en Maspalomas la lectura es distinta.
El temor de perder al turista peninsular
El Sur de Gran Canaria depende del turista alemán, británico y nórdico, sí, pero el visitante peninsular sigue siendo vital en los meses de verano, Semana Santa y puentes. Ahora la gran incógnita es si Turkish, desde dentro de Air Europa, utilizará su posición para desviar parte de esa demanda hacia la costa turca, un destino que compite directamente en el mismo segmento de sol y playa, con precios un 20% más bajos y una oferta hotelera de gran escala.
“Si Turkish gana poder en la toma de decisiones de rutas y promociones, Maspalomas puede perder conectividad y cuota peninsular”, resume un experto en inteligencia turística. La información comercial de Air Europa —qué rutas funcionan mejor, qué perfiles de viajeros viajan desde Madrid y Barcelona al Sur de Gran Canaria— podría convertirse en oro para Estambul.
Entre la confidencialidad y la competencia
El riesgo no es solo la competencia de precios, sino el manejo de información estratégica. Al acceder al consejo de administración, Turkish tendría visibilidad sobre la rentabilidad de las rutas a Gran Canaria y sobre los patrones de consumo del viajero español. En manos de un competidor directo, ese conocimiento podría reforzar campañas de desvío hacia Antalya, Bodrum o Izmir, enclaves que hoy ya disputan al archipiélago el título de “paraíso del sol barato”.
Maspalomas busca su escudo
Con los touroperadores atentos y los hoteleros inquietos, la clave para Maspalomas no estará solo en vigilar la conectividad, sino en blindar su propuesta diferencial: clima estable todo el año, seguridad sanitaria, proximidad a Europa y un segmento inclusivo —el turismo LGTBIQ+— que Turquía difícilmente puede replicar.
Además, la incertidumbre geopolítica en el Mediterráneo oriental puede convertirse en la baza de Canarias: estabilidad y pertenencia a la UE frente a un destino turco con atractivos, pero también con sombras.
El desenlace en los cielos
En las terrazas de Playa del Inglés, los camareros siguen sirviendo cañas y los turistas, de momento, no hablan de Turkish ni de Air Europa. Pero los despachos del sector turístico en el Sur de Gran Canaria ya analizan escenarios. La jugada de Hidalgo puede garantizar independencia a Air Europa en el tablero europeo, pero en Maspalomas despierta una vieja inquietud: que las decisiones tomadas en Madrid y Estambul acaben decidiendo si el próximo verano la familia peninsular elige Canarias o se deja seducir por las playas turcas.