Las cifras de empleo en el turismo de Gran Canaria son de pena. Las cifras del sector turístico en Gran Canaria parecen, a simple vista, un chispazo de esperanza: 73.525 afiliados a la Seguridad Social, un 2,67% más que en 2024. Pero si rascas un poco, la realidad es otra.
Los desempleados no se han evaporado, siguen siendo 12.153 personas buscando trabajo. Es un 5,95% menos que el año pasado, sí, pero seguimos hablando de doce mil almas esperando un contrato decente. Y los contratos… bueno, 10.387 firmados, apenas un 4,74% más que hace un año. Para muchos, eso significa días contados, contratos temporales y sueldos que no cubren ni la mitad de la playa donde trabajan.
En Maspalomas, epicentro del turismo de Gran Canaria, la cosa se nota especialmente en comidas y bebidas: 26.890 afiliados, pero 5.918 desempleados y solo 3.183 contratos.
Es decir, por cada contrato nuevo que se firma, hay casi dos personas aún en paro. Lo mismo pasa en alojamiento, donde la escenografía parece perfecta para el turista, pero detrás de los hoteles hay 2.655 desempleados y solo 4.040 contratos. La hostelería promete sol, arena y mojitos, pero el empleo real está más frío que el agua de la piscina del sur.
Otros sectores tampoco pintan mejor. Las actividades deportivas y recreativas muestran 865 personas en paro y 986 contratos firmados; parece equilibrado, pero los contratos son temporales, eventuales y, a menudo, mal pagados. Incluso las actividades culturales registran 306 desempleados y 1.111 contratos: museos, bibliotecas y espectáculos funcionan, sí, pero con personal que vive al filo de la precariedad.
Si miramos a nivel de Canarias, el patrón se repite: 229.860 afiliados, pero 30.965 desempleados. Más de treinta mil personas esperando una oportunidad en un archipiélago que se vende al mundo como paraíso turístico. Los contratos totales apenas suben, 31.891 frente a 31.571 del año pasado. Nada que haga cantar victoria a nadie.
En resumen, Maspalomas y Gran Canaria presentan un panorama de luces y sombras: turistas por todas partes, hoteles llenos y playas rebosantes, pero detrás, contratos cortos, paro persistente y empleo precario. Mientras los visitantes disfrutan del sol y las palmeras, los trabajadores del sector turístico siguen contando los días hasta que toque volver a firmar, a ver si hay suerte y el contrato llega a tiempo.