La vuelta al cole en el sur de Gran Canaria siempre está acompañada de emoción y tradición. Municipios como San Bartolomé de Tirajana, el Sureste y Mogán vuelven a llenarse de mochilas a la espalda, uniformes preparados y abrazos de reencuentro entre amigos. Los más pequeños descubren la aventura de su primer día, mientras que los mayores retoman con ilusión sus rutinas escolares, deseando contar las historias del verano. Las aulas se convierten en un espacio donde se mezcla la alegría de aprender con la magia de volver a estar juntos.

Sin embargo, este curso 2025 se presenta más duro que el de 2024 para muchas familias de la zona. El incremento en el precio del material escolar, los uniformes y, sobre todo, la alimentación en los comedores supone un esfuerzo añadido. En el sur, donde el empleo depende en gran parte del turismo y los servicios, la precariedad laboral y el paro siguen marcando el día a día. A esto se suma la subida del coste de la vida, que golpea con fuerza a los hogares más vulnerables. Para muchos padres, cada lista de libros o cada cuota de comedor significa un reto de organización económica.

Aun así, lo que nunca falta es el amor y sacrificio de los padres hacia sus hijos. Cada cuaderno, cada merienda y cada matrícula representan la esperanza en un futuro mejor. El inicio de curso en el sur de Gran Canaria no es solo un momento escolar: es un reflejo de la lucha y el compromiso de las familias, que entre nervios, ilusiones y esfuerzos económicos, siguen apostando por la educación como la llave de progreso para las nuevas generaciones.