Con una tasa de desempleo que roza el 9% y un 24,6% entre los menores de 25 años, Suecia vive un verano complicado en su mercado laboral. Aun así, Maspalomas y Playa del Inglés siguen siendo destinos prioritarios para los viajeros suecos, que mantienen su fidelidad a Gran Canaria como refugio climático y emocional.
El último dato de paro en Suecia, publicado en julio de 2025, muestra un deterioro claro: el desempleo alcanza el 8,9% —un punto más que hace un año— y golpea con especial dureza a los jóvenes, donde casi uno de cada cuatro está sin trabajo. Esta situación interna se refleja en un consumidor más precavido, que ajusta gastos dentro del país nórdico, pero que no ha renunciado a las escapadas al sur de Gran Canaria, donde el turismo sueco mantiene un arraigo histórico.
En Maspalomas, San Agustín y Playa del Inglés, los hoteles y apartamentos registraron este verano un flujo constante de clientes suecos. Aunque el gasto medio por visitante se ha moderado respecto a años anteriores, la estancia prolongada —superior a la media europea— y la búsqueda de segundas residencias en la isla compensan el menor margen de consumo.
“Los suecos representan uno de nuestros pilares tradicionales. Aunque el paro en su país está subiendo, siguen viniendo porque Gran Canaria es parte de su calendario vital: sol en invierno, descanso en verano y vínculos familiares que se han forjado desde los años 70”, explica un empresario turístico de San Bartolomé de Tirajana.
Los datos de touroperadores como Ving o TUI Nordic confirman que el sur de Gran Canaria continúa liderando las reservas de suecos en el archipiélago, por encima de Tenerife o Lanzarote. El perfil habitual es el de parejas mayores de 50 años que buscan largas estancias, junto a un flujo creciente de jóvenes profesionales que, pese al desempleo en su país, optan por el teletrabajo bajo el sol canario.
La combinación de factores explica por qué Maspalomas se mantiene como un “refugio económico” para el turismo sueco: clima estable, vuelos directos desde Estocolmo, Gotemburgo y Malmö, y una infraestructura adaptada a su cultura, desde restaurantes nórdicos hasta comunidades de residentes.
Con el otoño en puertas, el sector local confía en que la fidelidad histórica de este mercado actúe de colchón ante la desaceleración global del gasto turístico en Europa. “El sueco puede gastar algo menos en restaurantes, pero no deja de venir. Y eso es lo que nos da estabilidad en temporada baja”, resume un hotelero de Playa del Inglés.
El turismo sueco mantiene vivo el pulso económico del sur de Gran Canaria en un contexto de paro creciente en el país escandinavo. Su fidelidad convierte a Maspalomas en un destino seguro y estratégico frente a la incertidumbre europea.