Las autoridades políticas de Empleo en el Gobierno de Canarias, controlado por el PP de Fuerteventura, ha dejado unos servicios mínimos que convierte a los pasajeros en objeto de reivindicación de los conductores de Salcai en el sur de Gran Canaria que, además, son socios de la empresa. Una huelga con pasajeros canarios y turistas tirados al sol en un momento de alerta por altas temperaturas. Consulta aquí los servicios mínimos por zona.
La huelga de conductores de transporte interurbano en Gran Canaria ha dejado imágenes de auténtico secuestro para miles de pasajeros que dependen de Global-Salcai, la empresa que controla de facto el monopolio de las guaguas. Los servicios mínimos, que deberían garantizar la movilidad básica de residentes, trabajadores y turistas, se han convertido en un calvario: colas interminables bajo el sol, guaguas saturadas y paradas desbordadas en puntos neurálgicos como San Telmo, Maspalomas y el aeropuerto.
Un monopolio blindado a golpe de servicios mínimos
El conflicto no solo expone el pulso laboral entre conductores y la patronal, sino también el blindaje de un modelo de transporte público monopolizado desde hace décadas. Mientras los sindicatos denuncian condiciones laborales precarias y la falta de negociación real, los usuarios soportan el coste de un sistema sin competencia ni alternativas.
Golpe al turismo y a la movilidad diaria
La huelga coincide con alta presencia turística en el sur de la isla, donde miles de visitantes han quedado atrapados entre esperas eternas y taxis imposibles de conseguir. Hoteleros y comerciantes advierten de un daño incalculable a la imagen de Gran Canaria como destino. Para los residentes, la situación no es mejor: estudiantes, sanitarios y trabajadores de hostelería se ven obligados a improvisar para llegar a sus puestos, pagando de su bolsillo la ineficiencia de un servicio público que debería ser esencial.
La isla, rehén de Salcai
La huelga ha destapado una realidad que muchos prefieren no mirar: Gran Canaria está cautiva de una sola compañía de transporte interurbano. Sin alternativas ferroviarias, sin operadores competidores y con una administración pública dependiente del mismo operador, la población se encuentra literalmente secuestrada. Una crisis que, más allá de la coyuntura laboral, pone en cuestión el modelo de movilidad insular y el peso excesivo de un monopolio llamado Salcai.