Desde la Navidad de 1958 el turismo comenzó a llegar al sur de Gran Canaria con turistas nórdicos. En 1960 el régimen de Franco comenzaba a promocionar aquel destino que a los peninsulares les llamaba la atención y donde el sistema de dunas de Maspalomas, con una extensión de 4 kilómetros cuadrados, enfilaba su rumbo como negocio en su extremo meridional de Gran Canaria, junto a la desembocadura del barranco de Fataga.
Con la llegada del capital alemán deseado por Franco para captar divisas, la edificación de la terraza del Inglés se ha producido una alarmante disminución del volumen total de sedimentos, que se manifiesta a través de diferentes indicios en cada área del sistema: estabilización del sedimento e incremento progresivo de la cobertura vegetal en el interior del sistema, aparición de áreas de deflación donde aflora el sustrato, reducción de las formas dunares libres, entre otros. Las transformaciones inducidas por la actividad turística han producido la ruptura del equilibrio sedimentario en el sistema dunar de Maspalomas y, en consecuencia, del ecológico.