En Gran Canaria la guagua se ha convertido en sainete, en tragicomedia canaria con aroma a platanera y motor diésel. Resulta que los chóferes de Global, la empresa que monopoliza el transporte interurbano de la isla, han sacado las pancartas, han cerrado el paso a los pasajeros y han cantado la canción de la huelga. Nada raro hasta ahí: huelgas de transporte hemos tenido desde que el camello dejó paso al motor.
Pero el asunto roza el esperpento porque los mismos que paran los autobuses o llamadas guaguas en las islas, los chóferes cabreados, son también los dueños de la empresa a la que bloquean. Sí, usted no ha leído mal: el huelguista se manifiesta contra sí mismo. El conductor que cruza los brazos en la terminal de San Telmo se convierte en patronal y proletario al mismo tiempo, un sindicalista con nómina y acción en el consejo.
El Cabildo, con tono de padre de familia agotado, les recuerda que sus derechos ya están reconocidos en Gran Canaria: que aquí se cobra mejor que en Fuerteventura y Lanzarote, que los convenios están firmados, que no hay látigo ni esclavitud. Pero da igual. La huelga tiene algo de contagio y de carnaval: si en Lanzarote y en Fuerteventura paran, en Gran Canaria no van a ser menos, aunque la protesta se les devuelva como un boomerang de guagua amarilla.
La Autoridad Única del Transporte, viendo el patio convertido en piquete, amenaza con revisar los servicios mínimos para que la huelga no se convierta en abuso. Mientras tanto, la ciudadanía, que solo quiere llegar de Gáldar a Maspalomas sin que el chofer se ponga metafísico, se queda tirada en las paradas. El turista británico, con su libra cada vez más enclenque, no entiende nada: pensaba que en Canarias el sol estaba garantizado, pero no que la guagua fuese un asunto de filosofía hegeliana. Y el residente mira incrédulo, con esa sorna isleña, sabiendo que en Gran Canaria hasta las huelgas son un cachondeo: trabajadores en guerra contra su propia empresa, patronos que se declaran proletarios y un Cabildo que reza para que al menos pase una guagua en hora.















