La última campaña publicitaria de Aena, empresa estatal de España que en Canarias vive del negocio de Maspalomas y que mantiene recintos deficitarios como el de Valladolid, titulada 'Otro día sin aeropuertos', ha encendido la indignación en Canarias. El Observatorio de la Movilidad Aérea y Espacial, órgano vinculado a la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria (RSEAPGC), acusa a la empresa pública de perpetuar un “rancio centralismo” que ignora a los archipiélagos, a la vez que ridiculiza su propia imagen profesional con anuncios “sin fundamento técnico y ofensivos para los pilotos”. Pero más allá del reproche a la estrategia de comunicación, el Observatorio vuelve a poner sobre la mesa un debate que lleva una década abierto: ¿por qué Canarias no gestiona directamente sus aeropuertos?
Estatuto de Autonomía frente a intereses privados
La organización recuerda que el Estatuto de Autonomía de Canarias, en su artículo 161, habilita la transferencia de los aeropuertos de interés general a la comunidad autónoma. El Estado renunció a la gestión directa en 2014, cuando abrió la puerta al capital privado con la colocación en Bolsa del 49% de Aena. “Si el Estado se retiró, lo lógico es que la gestión se transfiera a Canarias, y no a fondos de inversión con sede en Londres”, señalan en alusión al fondo TCI, principal accionista privado.
El choque de intereses es evidente: TCI reclama blindar el modelo de red única nacional, mientras Canarias —junto a otras comunidades— insiste en la cogobernanza.
El patrimonio canario, convertido en caja nacional
El Observatorio denuncia también que el Ministerio de Transportes permite un “uso indebido” del patrimonio aeroportuario insular. Los aeropuertos canarios, construidos en gran medida sobre terrenos cedidos por cabildos y ayuntamientos, generan beneficios que se transfieren a la caja común de Aena. “Ese dinero no regresa a mejorar la conectividad de las islas ni a compensar sus sobrecostes estructurales”, advierten. En el caso del aeropuerto de Gran Canaria, el ejemplo es paradigmático: su Plan Director sigue siendo el de 2001, obsoleto, bloqueando inversiones industriales en la zona y manteniendo a cientos de vecinos en incertidumbre urbanística. Además, pese a ser uno de los aeropuertos con más tráfico del país, quedó fuera del último plan de inversiones de Aena.
Una cuestión de supervivencia económica
La crítica no es solo jurídica o política, sino existencial. “En un archipiélago ultraperiférico, oceánico y fragmentado, el transporte aéreo no es una opción, es la única vía rápida de conectividad”, subraya el Observatorio. De ahí que cada decisión de Aena tenga impacto directo en el turismo, la exportación de productos frescos y la cohesión territorial. El mensaje es claro: la campaña publicitaria ha actuado como chispa, pero el incendio lleva años gestándose. El centralismo aeroportuario amenaza con dejar a Canarias en un segundo plano dentro de la red nacional, a pesar de que sus aeropuertos son estratégicos tanto para el turismo como para el tráfico intercontinental.
