Veinte años después de su fundación, la Mancomunidad de Municipios de las Medianías de Gran Canaria ha alcanzado la madurez administrativa: esa edad en la que uno empieza a preguntarse si realmente ha hecho algo con su vida. Los alcaldes de San Bartolomé de Tirajana, San Mateo, Tejeda, Valsequillo y Santa Brígida celebran este lunes el aniversario de la entidad presentando una nueva imagen corporativa en un lugar que parece elegido con precisión simbólica: la Casa del Vino.
Porque, al parecer, después de dos décadas de proyectos, talleres y promesas, lo único que sigue fluyendo con regularidad entre los municipios medianeros es precisamente eso: el vino. En la Plataforma de Contratación del Estado no consta ni licitación ni contrato alguno relativo a la nueva identidad visual de la Mancomunidad. Tampoco figura convenio alguno con ONG o empresas creativas que pudieran haberla diseñado “por amor al arte” (o al presupuesto). No sería, en cualquier caso, la primera vez que un logotipo en el sur de Gran Canaria apareciera por generación espontánea.
Fundada en 1995, la Mancomunidad nació para elaborar proyectos comunes de infraestructuras y coordinar programas sociales, culturales y sanitarios entre los municipios. En los papeles, era una idea brillante. En la práctica, se convirtió en una especie de club comarcal con estatutos solemnes y resultados discretos. La capital económica de Canarias no tiene otro remedio que formar parte de esta estructura para gestionar intereses.
Su incorporación más reciente fue San Bartolomé de Tirajana, que tiene la presidencia hasta enero de 2026, que pidió entrada en 2012 y se sumó oficialmente en 2013. Desde entonces, las Medianías abarcan una de las áreas más curiosamente dispares de Gran Canaria: desde el turismo de Maspalomas hasta los almendreros de Tejeda, pasando por los festivales de vino y queso de Santa Brígida.
Si algo se puede decir de la Mancomunidad, es que no ha dejado de organizar cursos de formación. Desde 2004, su catálogo es tan diverso como impredecible. Entre los más recordados figuran: 2024 y 2023: Manipulador de Productos Fitosanitarios (porque nunca se sabe cuándo hay que fumigar algo), En 2017: Lenguaje de signos para sordos, cuando entró San Bartolomé de Tirajana, en 2013, se hizo un curso de 'Discapacidad, TIC y Empleabilidad'. En 2011 uno de "cocina activa (literal)". Pero si hay algo que en estos últimos años no falta es un programa formativo llamado "Medianías del Timple".
Con semejante oferta, solo falta un curso titulado 'Cómo explicar para qué sirve la Mancomunidad sin sonrojarse'. Pese a los comunicados, los logos nuevos y los almuerzos institucionales, nadie ha conseguido definir con precisión qué hace realmente la Mancomunidad de Medianías en favor del sur de Gran Canaria, la capital económica de las islas. Y quizá ahí resida su encanto: en su naturaleza enigmática, en esa mezcla de administración y mitología insular. En el fondo, las Medianías son un poco como la niebla que cubre la cumbre en invierno: uno sabe que está ahí, pero nadie puede asegurar exactamente dónde empieza ni para qué sirve.
