El sur de Gran Canaria acaba de estrenar su última propuesta de turismo responsable: Soy Canary Green, un proyecto impulsado por la Asociación de Municipios Turísticos de Canarias (AMTC) en colaboración con Telefónica. Promete transformar el viajero en consumidor consciente, premiar a las empresas locales con distintivos de sostenibilidad y conectar todo mediante una app con geolocalización y recompensas por buenas prácticas. Suena impecable en el papel, pero la realidad apunta a otra cosa: un turismo 'woke' de escaparate, más preocupado por la foto institucional que por las dificultades que enfrentan los empresarios locales.
Los embajadores del proyecto, desde barberos hasta hoteleros, se muestran como ejemplos de emprendimiento "consciente", esto es literal, y vinculado a la identidad local. Sin embargo, la gran mayoría de pymes sigue lidiando con problemas muy concretos: costes energéticos disparados, escasez de agua, presión fiscal y la competencia de grandes cadenas turísticas. Por muy bonitos que sean los talleres, cafés con expertos o distintivos de sostenibilidad, ninguna app ni sesión formativa resuelve la supervivencia diaria de quienes mantienen la economía del sur.
El proyecto se vende como puente entre ciudadanía, sector turístico y visitantes conscientes, pero en realidad ofrece una fachada de modernidad y buenas intenciones. La sostenibilidad, convertida aquí en un juego de branding corporativo, no toca los problemas de fondo: infraestructuras insuficientes, planificación territorial desfasada y falta de incentivos reales para que el turismo genere riqueza de forma equilibrada. Lo que se promociona como cambio transformador podría quedarse en un simple catálogo de buenas prácticas que solo funciona para redes sociales y comunicados de prensa. Este proyecto está en la órbita de la AMTC, integrada por catorce municipios: Adeje, Arona, Guía de Isora, Mogán, San Bartolomé de Tirajana, Pájara, Puerto de la Cruz, Santiago del Teide, Antigua, La Oliva, Tías, Teguise, Yaiza y San Miguel de Abona.
