Martes, 28 de Octubre de 2025
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HISTORIACuando Maspalomas fue un campo de batalla silencioso en 1685

Cuando Maspalomas fue un campo de batalla silencioso en 1685

Y. V. - MASPALOMAS24H Domingo, 26 de Octubre de 2025

El vasto campo de dunas y palmerales de Maspalomas, hoy un enclave de ocio y geología prístina, oculta cicatrices que la historia oficial decidió ignorar. Una reciente inmersión en los archivos parroquiales y notariales de la Villa de Agüimes ha sacado a la luz un episodio violento y dramático de la historia de Gran Canaria: una batalla olvidada contra invasores franceses ocurrida el 21 de septiembre de 1685  de la que el profesor Juan Méndez Castro ha hecho una investigación académica llamada 'Franceses en Maspalomas en 1685'.

El rastro de este evento no se halla en las grandes crónicas navales, ni en la monumental obra de Antonio Rumeu de Armas sobre piratería, sino en las minucias burocráticas y la contabilidad de la muerte. La revelación proviene de un proceso de tutoría en 1688, donde don Francisco Romero, hermano del fallecido Capitán don Diego Romero Cabeza de Vaca, declara que su pariente "había muerto en batalla que tuvo con los franceses en Maspalomas".

El archivo parroquial de Agüimes confirmó la tragedia. El 21 de septiembre de 1685, no solo cayó el Capitán Romero, sino también el Alférez Sebastián Bordón de Sotomayor y cinco milicianos más: Francisco de León, Francisco Artiles Melián, Juan Pérez Macías, Juan Rodríguez Peña y Juan de Artiles. Siete vidas agüimenses, la mayoría casados y con hijos, segadas en un solo día. El texto de las partidas de defunción es lacónico y dramático: fueron enterrados "en el pago de Maspalomas por haber muerto riñendo con los franceses y no poderle traer a la parroquia". Un testimonio mudo de la urgencia y la violencia del suceso.

La resonancia en la pequeña villa de Agüimes debió ser sísmica. Sin embargo, los únicos detalles que sobreviven son los relativos a los inventarios de bienes de los fallecidos ("en la guerra que hubo en Maspalomas con los franceses") y, un año después, a las pomposas exequias de desagravio.

El 9 de septiembre de 1686, casi un año después de la acción, los cuerpos fueron exhumados en Maspalomas y trasladados con honores a la iglesia parroquial de Agüimes. El acto, cargado de simbolismo y pompa religiosa (con capa, cruz alta, vigilia y responsos), sirvió para dar un entierro digno a los héroes de la milicia, sepultados en una única sepultura "de gracia" dentro del templo. Este esfuerzo ritual de la comunidad, documentado hasta el último detalle en las Colecturías, subraya la necesidad de la sociedad de cerrar la herida y dignificar el sacrificio ante un evento tan súbito y violento.

Interrogante histórica: ¿Una escaramuza olvidada?

La acción de 1685, con siete bajas militares documentadas en un solo día, no fue un mero incidente, sino una escaramuza de notable magnitud para la milicia local de la época. La hipótesis más plausible es la de un intento de saqueo o aprovisionamiento por parte de algún navío pirata o corsario francés, una amenaza constante en las aguas atlánticas del siglo XVII. No obstante, la ausencia de mención en los registros militares o gubernamentales de alto nivel plantea una fascinante cuestión: ¿Por qué la historia canaria oficial silenció este sacrificio? ¿Fue un evento considerado menor por las autoridades superiores, o el informe crucial se ha perdido en los laberintos del archivo?

Lo cierto es que, gracias a los minuciosos registros de los curatos y escribanos como Lucas Betancourt Cabrera, la arena de Maspalomas ha devuelto, más de tres siglos después, los nombres y la causa de muerte de siete defensores de Gran Canaria. El desafío para los historiadores ahora es encontrar el informe de la batalla que, sin duda, se envió a las autoridades superiores y dar a este "combate con los franceses" el lugar que merece en la memoria de la isla.

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