En el corazón del sur de Gran Canaria, donde el sol acaricia las dunas de Maspalomas y el turismo sostiene buena parte de la economía local, Lopesan Hotel Group se ha convertido en un referente de sostenibilidad y eficiencia. Con la entrada en vigor, el 2 de enero de 2025, de la nueva Ley de Desperdicio Alimentario en España —que establece sanciones de hasta 500.000 euros para hoteles y restaurantes que no gestionen adecuadamente sus excedentes—, el sector hostelero se enfrenta a un desafío urgente: reducir y optimizar los alimentos que se sirven y no se consumen.
“Esta legislación está pensada para hacernos mirar el desperdicio con otros ojos”, señala Antonio Álvarez, consejero delegado de Visionary Hospitality, la empresa creadora de Buffet Waste. La herramienta combina inteligencia artificial y sostenibilidad, registrando cada gramo de comida sobrante, identificando patrones de consumo y prediciendo la demanda real. “No se trata solo de cumplir con la ley, sino de aprovechar una oportunidad para ahorrar, optimizar y cuidar del planeta”, añade Álvarez.
En este contexto, Pancho —la IA que anima Buffet Waste— se ha convertido en el protagonista inesperado de la transformación gastronómica. Su función va más allá del control de inventario: analiza los datos en tiempo real, sugiere ajustes en los menús y ayuda a planificar la compra y preparación de alimentos con precisión milimétrica.
Lopesan ya ha integrado esta tecnología en varios de sus establecimientos, con resultados impresionantes. Pablo Lorenzo, director corporativo de Sostenibilidad, Proyectos y Eficiencia Operativa del grupo, explica que “Buffet Waste se ha consolidado como una herramienta fundamental para reducir los residuos alimentarios en tiempo real”. Gracias a la combinación de pesaje digital y visión artificial, Lopesan ha reducido en más del 72 % sus residuos, evitando el descarte de 209.000 kilos de comida y ahorrando más de 726.000 euros en costes operativos.
En la cocina del Lopesan Villa del Conde, el chef ejecutivo Valentín Rodríguez constata la diferencia: “Al principio teníamos unos ratios de 70 gramos de desperdicio por huésped, y ahora estamos en poco más de 20. Además, detectamos que muchas sobras venían del cierre del servicio, así que ajustamos la producción en ese tramo final. Ha sido un cambio enorme”. Incluso la dimensión humana de Pancho marca la diferencia: con sus intentos de humor y chistes, aunque cuestionables, la IA ayuda a que el equipo perciba la tecnología no como un enemigo, sino como un aliado en la gestión diaria. En Maspalomas, esta combinación de innovación, sostenibilidad y turismo inteligente posiciona al sur de Gran Canaria como un ejemplo europeo de cómo la tecnología puede transformar la hostelería sin perder el toque humano.
















