Sábado, 08 de Noviembre de 2025
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TURISMOLas torres de piedra en Maspalomas: un gesto viral que erosiona el paraíso

Las torres de piedra en Maspalomas: un gesto viral que erosiona el paraíso

GARA HERNÁNDEZ - M24H Sábado, 08 de Noviembre de 2025

El gesto parece inocente: levantar una pequeña torre de piedras junto al mar, fotografiarla y compartirla en TikTok o Instagram. Pero en la playa de Maspalomas, ese ritual digital está teniendo consecuencias reales. Las apilaciones de piedras, convertidas en moda turística, están alterando el equilibrio ecológico y debilitando la protección natural del litoral. Apilar piedras puede parecer un acto simbólico, incluso espiritual. Pero en un entorno como Maspalomas, donde cada grano de arena tiene un papel en la defensa natural del litoral, esa moda digital se convierte en un acto de erosión inadvertida. La lección, según los expertos, es sencilla: el paisaje no es un decorado, sino un organismo vivo. Y protegerlo exige más conciencia que likes.

Lo que comenzó como una tendencia estética se ha extendido como una epidemia silenciosa por todo el paseo del Faro de Maspalomas. Decenas de visitantes construyen cada día sus propios “tótems” frente a la duna, sin saber que ese juego con el paisaje afecta directamente a la fauna y acelera la erosión costera.

“Quitar las piedras de su posición natural debilita la barrera que protege el ecosistema tras la playa”, explica a CanarianweeklyAbel Sanromualdo, investigador del Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). “Esas rocas ayudan a absorber la energía de las olas. Cuando se retiran, el mar avanza más y erosiona la costa”.

Las piedras no son simples elementos decorativos: son refugio para insectos, cangrejos, lagartos y otras especies que forman parte del ecosistema costero. Al moverlas, los turistas destruyen esos microhábitats y dejan expuestos a los animales a los depredadores.

Además, las rocas de Maspalomas tienen valor científico. “Son registros naturales del proceso geológico de la isla”, explica Sanromualdo. “Al recolocarlas o apilarlas, se pierde información valiosa para el estudio del cambio costero y la dinámica marina”.

El fenómeno tiene, además, un componente simbólico: las piedras apiladas modifican la identidad visual del paisaje más icónico del sur grancanario, el que se extiende entre el Faro de Maspalomas y las Dunas, declaradas Reserva Natural Especial. La situación recuerda a lo ocurrido hace una década, cuando los visitantes construían improvisados refugios de piedra para protegerse del viento en la misma zona. Entonces, una campaña de sensibilización impulsada por el Cabildo de Gran Canaria y la ULPGC logró reducir la práctica gracias a señalización informativa y educación ambiental directa.

Sanromualdo insiste en que prohibir o retirar las torres no es suficiente. “Hay que explicar por qué son dañinas. Si los turistas entienden que están perjudicando el entorno que vienen a disfrutar, cambiarán su comportamiento”. El aviso llega en un momento delicado. Maspalomas ya sufre una erosión acelerada de su sistema dunar, presiones urbanísticas y el aumento de temporales del suroeste. Cada intervención mínima, como mover piedras o abrir caminos en la arena, amplifica la fragilidad del entorno.

Mientras tanto, el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y el Cabildo de Gran Canaria estudian reforzar la vigilancia y la señalización en la zona, con mensajes multilingües dirigidos a los visitantes. “La protección del paisaje es parte del producto turístico”, señalan fuentes insulares. “No hay belleza sin equilibrio ecológico”.

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