El emotivo homenaje rendido por el Mando de Canarias a los 12 legionarios paracaidistas caídos en Maspalomas entre 1965 y 1979 es un acto de alta relevancia que trasciende la mera conmemoración militar. Al celebrarse en el entorno del Faro de Maspalomas, el principal centro económico y turístico de la provincia, el evento se convierte en una declaración institucional sobre la necesidad de mantener el apoyo y la memoria social a las operaciones de defensa en la región.
El homenaje, impulsado por la Asociación de Veteranos Paracaidistas de Canarias y con la presencia de autoridades civiles y militares, sirvió para anclar la historia de las operaciones militares y de adiestramiento en la conciencia colectiva de Gran Canaria. La muerte de figuras como el Capitán Juan Castillo Fernaud y los sargentos Manuel Perona Bauxet y Francisco González Calvo, entre otros, en ejercicios de preparación, subraya el riesgo inherente a la defensa y la vigilancia del flanco sur atlántico.
Maspalomas fue en ese periodo testigo del trágico final del cabo Juan Núñez Teruel y la de los caballeros legionarios Juan Pérez Pérez, Luis Almendral Cármenes, Ramón Carrasco Moreno, Maximiliano Martín Iglesias, José María Martín Caro, Antonio Álvarez Santos, Antonio García Ortiz y Alejandro Jiménez Luján.
Para el Mando de Canarias, este acto de memoria no solo honra a los fallecidos, sino que también sirve para certificar el compromiso histórico de las Fuerzas Armadas con la seguridad y la asistencia en las islas. Al vincular el servicio y el sacrificio a un punto de referencia clave como Maspalomas, la institución es percibida como una parte integral del patrimonio y la vida cívica, y no solo como un coste operativo o logístico. La participación de las viudas y familiares convirtió el homenaje en un evento profundamente arraigado en la sociedad local del sur de Gran Canaria.
