El Foro Internacional de Turismo de Maspalomas abrió este lunes sus puertas tras una ausencia de dos años producto del cambio de gestión al asumir las autoridades locales la organización de forma integral. Con todo preparado: escenario impecable, ponentes, agenda cuidada… y la ausencia perfectamente coreografiada de gran parte de la élite empresarial de Las Palmas. Un detalle precioso, muy en la línea de quienes confunden liderazgo con sillón reservado.
Conviene recordar que el foro estaba convocado desde hace meses. Meses. No días. No semanas. Meses. Pero claro, qué inoportuno que Maspalomas organice algo sin pedir permiso a Las Palmas. No se esperaba menos de la gente de Las Palmas, siempre tan previsibles: si el sur mueve ficha, ellos retiran el tablero. No vaya a ser que alguien piense que Gran Canaria no gira alrededor de Triana.
El desplante no fue casual. Fue quirúrgico. La patronal, los representantes empresariales y los altos cargos con firma —esa firma que tan rápido usan cuando se trata de salir en la foto— decidieron quedarse en casa. O en algún almuerzo. O en cualquier sitio menos donde realmente se debatía el futuro del turismo de la isla que les da de comer. Bravo. Una muestra de compromiso ejemplar. A la misma hora de la apertura el Banco Santander hacía en Las Palmas un evento sobre el turismo y ahí estaba la gente de Las Palmas con intereses en Maspalomas.
La ironía es evidente: los mismos que luego predican unidad, colaboración y visión insular optaron por boicotear el principal foro turístico del año porque se celebraba en Maspalomas. Y claro, eso siempre duele: que el sur marque estrategia sin pedir permiso.
En los pasillos del evento, la frase más escuchada fue tan fina como certera: "El sur ha tomado nota". Y vaya si la ha tomado. Apuntada, subrayada y con post-it fluorescente. Porque cuando dentro de unos meses esos mismos ausentes aparezcan para vender el patín, colocar proyectos deportivos para Fitur 2026 o mendigar protagonismo en el mismo territorio al que hoy dieron la espalda, se llevarán una sorpresa: la memoria del sur de Gran Canaria es larga y la paciencia corta. Este plantón no solo destapa una guerra soterrada. La hace explícita. Dice mucho de cómo algunos entienden Gran Canaria. El Foro de Maspalomas no necesitó micrófonos para ponerlo en evidencia. Le bastaron las sillas vacías.














