El fenómeno del turismo de salud escandinavo en Canarias, consolidado desde mediados del siglo XX, trasciende la mera migración climática de jubilados. Representa una inversión estratégica por parte de las estructuras de bienestar nórdicas para gestionar sus costes sanitarios y laborales. Casos como Svenska Re en San Agustín (Gran Canaria), junto a Vintersol (Tenerife) y Casas Heddy (Lanzarote), no son incidentes aislados, sino la manifestación de una lógica de negocio centrada en la rehabilitación y la productividad.
El caso de Svenska Re en Gran Canaria, fundada en 1972, es particularmente revelador. Su misión es la "rehabilitación orientada al trabajo" para mejorar la salud y recuperar la capacidad laboral. No es una clínica de curación terminal, sino un centro de prevención de riesgos laborales de alto nivel. Su creación fue impulsada por la Asociación de Empleadores Suecos (SAF), dirigida a ejecutivos (la "enfermedad del director") que sufrían de estrés, un problema que la OMS ya identificaba como una causa de mortalidad laboral más grave que el cáncer. El clima canario fue científicamente ratificado como el lugar más adecuado para esta rehabilitación, convirtiendo el sol y la arena en un activo corporativo para el capital humano sueco.
La inversión en estos centros es un estudio de caso sobre cómo el capital y las necesidades sociales lograron superar las barreras políticas. Aunque la legislación sueca permitía la atención sanitaria en el extranjero, las inversiones en San Agustín se realizaron en la década de 1970, un periodo marcado por el gobierno socialista de Olof Palme en Suecia y la dictadura de Franco en España. Las reticencias de los sindicatos suecos a invertir en un país con pena de muerte y torturas fueron notables. Sin embargo, la evidencia científica de las condiciones climáticas de Gran Canaria, combinada con la visión de promotores como Nils-Henrik Öberg (Svenska Re) y la necesidad de atención (como la del hijo de Sven Jungholm con reumatismo), impuso la lógica de la salud y la economía a largo plazo.
La dedicación de Gran Canaria a la población nórdica ha provocado una migración climática anual y ha consolidado importantes comunidades con sus propias infraestructuras (iglesias, colegios). Sin embargo, la reflexión final es inquietante: a pesar de que la propia investigación escandinava ratificó al sur de Gran Canaria como un clima excepcionalmente saludable, la isla no ha logrado capitalizar esta realidad como un nicho prioritario. La pregunta que surge tras analizar esta historia de medio siglo es por qué Gran Canaria sigue luchando por "creerse esta realidad" de poseer uno de los climas más saludables del mundo, y por qué el modelo de turismo de rehabilitación y alto valor añadido, ya probado con éxito, no se ha adoptado como guía definitiva para la necesaria renovación del destino.















