En la noche de este miércoles ha fallecido Andrés Fermoso Labra, figura esencial en el desarrollo corporativo del Grupo Lopesan y uno de los profesionales más respetados del sector turístico canario. Nacido en Zamora en 1955, llegó a Gran Canaria en los años ochenta como agente de la Policía Nacional, un destino que acabaría convirtiéndose en su hogar definitivo y en el punto de partida de una trayectoria pública y privada marcada por la integridad, la discreción y el rigor.
Su paso por la política local en San Bartolomé de Tirajana con AV le permitió comprender las necesidades de un municipio que entonces crecía de forma acelerada y que buscaba modernizar sus estructuras. Ese conocimiento de territorio, sumado a su formación jurídica, lo llevó en 1995 al Grupo Lopesan, donde inició una carrera corporativa que, tres décadas después, forma parte indivisible de la historia reciente de la compañía. Desde su responsabilidad como consejero corporativo del Área Jurídica, Fermoso fue arquitecto silencioso de decisiones estratégicas que acompañaron el crecimiento internacional del grupo, garantizando seguridad jurídica, estabilidad y visión a largo plazo en uno de los motores económicos de Canarias.
Quienes trabajaron con él lo describen como un hombre de análisis preciso, de criterio reposado y de una lealtad profesional absoluta. Jamás buscó focos ni protagonismos; su influencia se hacía visible en la solvencia de los procesos, en la confianza que inspiraba y en su capacidad para convertir la complejidad normativa del turismo en un terreno comprensible y seguro. La empresa ha destacado estos días su “rigor intachable”, su “visión estratégica” y el legado de compromiso que deja en la estructura que ayudó a consolidar.
Fermoso pertenecía a esa generación de profesionales que hicieron de la transformación turística de Gran Canaria un proyecto de vida. Su muerte deja un vacío profundo tanto en la familia que lo despide como en el tejido empresarial que durante décadas encontró en él una referencia. Queda, como sucede con las figuras verdaderamente esenciales, lo más difícil de reemplazar: su forma de entender el trabajo, su templanza y la certeza de que, para él, servir con honestidad siempre fue una tarea cotidiana.














