Un maestro asturiano que reside en una aldea de los Picos de Europa recibió hace unos días un aviso de su banco: cargo de 3,43 euros por un aparcamiento en Maspalomas, sur Gran Canaria. Entre su coche y el lugar del supuesto estacionamiento hay más de 2.000 kilómetros y un océano. No había duda: era imposible. Un caso individual, pero deja abierta una cuestión mayor: ¿cuántos usuarios están pagando aparcamientos que nunca hicieron?
“No es por los tres euros, es por el principio: no pueden disponer de tu dinero así”, denuncia Francisco Miguel Domínguez, usuario afectado, en conversación con Consumidor Global. La aplicación El Parking, usada para pagar zona azul y acceder a parkings públicos de toda España, le había cargado un servicio que jamás realizó.
Una app que quedó olvidada… y un cargo que cruzó el océano
Domínguez instaló El Parking meses atrás, cuando vivía en Tenerife. Lo usó para pagar estacionamientos en zona azul. Al mudarse al entorno rural asturiano —donde ni siquiera hay parquímetros— dejó la aplicación inactiva, pero con su tarjeta bancaria asociada.
Ese detalle, aparentemente menor, fue el detonante. Hace poco más de una semana, su banco le notificó el cobro automático de un aparcamiento en Maspalomas. Él, mientras tanto, estaba en su casa de Asturias y su coche llevaba días sin moverse.
“Yo no he estado en Canarias. Ni mi coche tampoco. ¿Cómo pueden cobrarme algo así?”, se pregunta.
La clave: un servicio activado sin consentimiento expreso. El origen del problema, según ha podido comprobar, está en la función Go&Fast, un sistema que abre la barrera del parking al leer la matrícula y carga automáticamente el importe a la tarjeta vinculada.
Domínguez asegura que nunca activó esta función. “Supuestamente te lo activan por defecto. Me parece gravísimo”, afirma. Comparó su configuración con la de su mujer, que usa la app desde hace más tiempo: en su caso, ese servicio no estaba activo. “Debe ser un cambio reciente: ahora viene activado y tienes que desactivarlo tú”, sostiene.
La matrícula: una ruleta rusa. La explicación que El Parking suele ofrecer a los usuarios —y que encaja con lo que le ocurrió a Domínguez— es un error de lectura en las cámaras de los parkings. Basta una letra confusa o un reflejo para que el sistema confunda dos matrículas distintas.
Si el número leído coincide con el de un usuario registrado, no verifica nada más: ni ubicación del móvil, ni historial, ni coherencia del uso. Simplemente cobra.
“Si te cedo mis datos bancarios es para que los protejas. Si el margen de error permite esto, la tecnología no está lista para usarse”, critica.
Una devolución lenta y un modelo que genera desconfianza. Tras presentar la reclamación, El Parking respondió con rapidez para confirmar el reembolso. Pero la solución llegó con letra pequeña: la devolución podía tardar hasta dos semanas en reflejarse en su cuenta.
“Me alucina. Retienen tu dinero durante días. Si esto le pasa a miles de usuarios, es un flujo de caja que les beneficia”, denuncia Domínguez. “Tres euros parecen una tontería, pero multiplicados… es un modelo perverso”.
El Parking normaliza el fallo
Lo que más inquieta al usuario es que la empresa tenga ya un apartado específico en su web para esta situación: “Me han cobrado un aparcamiento que yo no he hecho”. La empresa admite que puede deberse a una lectura incorrecta de la matrícula y pide al usuario que envíe un correo para revisarlo.
Para Domínguez, el mensaje es claro:
“El sistema falla y te toca a ti vigilar que no te cobren por algo que no has hecho”.
La revista digital Consumidor Global pidió a El Parking una explicación técnica detallada. Su única respuesta fue:
“Ya le hicimos la devolución al cliente".















