El éxito turístico de Maspalomas no se mide solo por los 1.175 millones de euros que genera anualmente, sino por la extraordinaria fidelidad de su clientela, que convierte al sur de Gran Canaria en un verdadero enclave de fidelización europea. Los datos de 2024 desnudan una estructura de mercado que, si bien garantiza la estabilidad económica, acentúa la dependencia geopolítica del municipio.
Los números son categóricos: la supervivencia del modelo de Maspalomas recae en la convicción inquebrantable de dos mercados, liderados por Alemania. Maspalomas concentra el 69,8% de todos los turistas alemanes que visitan Gran Canaria. Lo más llamativo, sin embargo, es su fidelidad: el 76,7% de los viajeros germanos en la zona son repetidores, y un impresionante 62,3% han visitado la isla más de tres veces.
Este índice de 'hiper-lealtad' del mercado alemán implica una relación estructural a largo plazo. Esta concentración masiva de turistas de alto poder adquisitivo es un activo estable. Políticamente, sin embargo, cualquier crisis económica o cambio regulatorio en Berlín puede tener un efecto sísmico directo sobre más de la mitad de las camas de la costa sur.
Otro dato curioso que desafía las políticas de conectividad es la insularidad del propio turista. A pesar de los esfuerzos por promover circuitos entre islas, la inmensa mayoría de los visitantes de Maspalomas no se mueven: el 94,6% de los turistas de San Bartolomé visitan solo Gran Canaria en su viaje. Esta cifra refuerza la idea de que Maspalomas actúa como una "mónada" turística, un destino de sol y playa autosuficiente que no facilita la diversificación geográfica interna. Esta desconexión con el resto del Archipiélago plantea un reto logístico y estratégico para las autoridades de transporte.
A pesar de la alta concentración de mercado, la satisfacción del cliente es el escudo político del destino. El dato de satisfacción es excepcionalmente alto: los turistas valoran su intención de volver a Canarias con un 8,72/10 y recomiendan la isla con un 8,89/10.
Esta altísima puntuación demuestra que, a pesar de los retos de renovación de la planta hotelera que impone la Directiva de Eficiencia Energética (DEE), la experiencia final en el Sur de Gran Canaria sigue siendo premium. La lealtad de la clientela, especialmente alemana y británica, da margen de maniobra a la administración local, pero subraya la dependencia de un modelo que ha depositado su futuro en la repetición de viaje de unos pocos mercados clave. Cualquier plan de diversificación de la UE deberá competir con esta apabullante y probada fidelidad.
