El ejercicio militar JFX25, culminado el pasado 1 de diciembre en la Base de Retamares, ha marcado un hito en la modernización de las Fuerzas Armadas españolas: la exitosa integración de burbujas 5G autónomas con el nuevo sistema satelital SPAINSAT NG. Si bien la prueba táctica se desplegó sobre el Buque Castilla, Sierra del Retín y Retamares, la verdadera infraestructura crítica que apuntala esta capacidad de mando y control soberano se encuentra a 2.000 kilómetros: en el Centro Espacial INTA de Maspalomas, en el sur de Gran Canaria.
Maspalomas no fue un escenario de las burbujas 5G en el ejercicio JFX25, pero su función es irremplazable. Actúa como el gateway geoestratégico y el punto primario de control terrestre (TT&C) para la órbita geoestacionaria donde reside la nueva constelación SPAINSAT. Sin la capacidad de seguimiento y control que ofrece esta infraestructura clave en el eje Atlántico, la independencia comunicacional que se logró el 1 de diciembre sería insostenible.
Disrupción en las Comunicaciones Tácticas
El logro del Ministerio de Defensa —una colaboración público-privada que involucra a Hisdesat, Telefónica, Accenture y otras— es doblemente significativo. Primero, garantiza comunicaciones seguras para las fuerzas de Tierra, Mar y Aire hasta el año 2040, a través de los satélites SPAINSAT NG I y II (lanzados en enero y octubre de 2025, respectivamente). Segundo, la conexión 5G permite a los usuarios militares servicios de mando y videollamadas con velocidades superiores sin depender de la infraestructura civil, un factor de resiliencia vital en entornos hostiles.
La capacidad de generar estos "nodos ciegos" de telecomunicaciones seguras es la respuesta de España a la creciente militarización del espacio y a la necesidad de interoperabilidad con socios clave. Los satélites, desarrollados por un consorcio liderado por Airbus Defence y Thales Alenia Space, entrarán en operaciones conjuntas en 2026, integrándose al programa europeo GOVSATCOM HUB.
El papel de la base de Maspalomas se refuerza exponencialmente con la entrada en servicio de la generación NG. Su posición insular, alejada de la Península y en la latitud adecuada, le permite mantener el enlace constante (downlink y uplink) con los activos geoestacionarios que proporcionan cobertura sobre el crucial arco que abarca Europa, África, América y Oriente Medio.
La base del INTA en Gran Canaria se consolida así como la última línea de defensa y control en el segmento terrestre español para garantizar la operatividad de este sistema, asegurando que la inversión millonaria en soberanía espacial se traduzca en una ventaja táctica real en el campo de batalla y en el ciberespacio. Su continuo desarrollo tecnológico es un barómetro clave de la seriedad con la que España aborda la seguridad en la esfera espacial.
