El último Barómetro del Patronato de Turismo en origen introduce una nota de inquietud en el principal motor económico de Gran Canaria. Los datos apuntan a una transformación estructural del perfil del visitante en el sur de la isla —especialmente en San Bartolomé de Tirajana y Mogán— hacia un modelo de bajo presupuesto, altamente dependiente del paquete cerrado y con un impacto cada vez más limitado sobre la economía local. El cambio no es coyuntural: responde a una tendencia consolidada en los mercados emisores europeos, según fuentes del sector financiero en el sur de la isla.
Lo que durante décadas fue un destino aspiracional comienza a comportarse como una commodity turística, sensible al precio y con escaso margen de diferenciación. Italia y Francia lideran esta deriva: el 51% de los turistas italianos y el 50% de los franceses se identifican ya como viajeros de bajo presupuesto. En paralelo, mercados estratégicos como Reino Unido y Alemania mantienen una fuerte dependencia del modelo de paquete y todo incluido, con un 30% y un 16% respectivamente. El resultado es un flujo económico que se concentra en origen o en grandes cadenas, reduciendo el efecto arrastre sobre la restauración, el comercio y los servicios locales de Playa del Inglés o Maspalomas.
El segmento de lujo, por su parte, se ha vuelto residual incluso en mercados tradicionalmente asociados a un mayor poder adquisitivo. En Suecia y Noruega, el viajero de alto gasto apenas representa entre un 4% y un 5%, una cifra incompatible con la narrativa institucional de reposicionamiento hacia un destino premium.
El factor demográfico refuerza el diagnóstico. El sur de Gran Canaria muestra una estructura de demanda envejecida, con un peso creciente del segmento de mayores de 55 años, especialmente en Alemania y Suecia. En contraste, la presencia de turistas de entre 16 y 24 años, así como del grupo 25-34, es mínima en mercados como Noruega y Alemania. La dificultad para captar a estas cohortes más jóvenes sugiere una pérdida de relevancia frente a destinos competidores que ofrecen experiencias más dinámicas, urbanas o híbridas, alejadas del esquema tradicional de sol y playa.
El barómetro identifica con claridad el principal cuello de botella del modelo: el precio. Tanto el coste del viaje como el del alojamiento figuran como los principales obstáculos para todos los mercados emisores, con especial intensidad en España e Italia. Esta sensibilidad extrema al precio explica el auge de las reservas a través de agencias online y el crecimiento del alquiler vacacional frente al hotel tradicional de cuatro y cinco estrellas, cuya rentabilidad se ve presionada por la inflación de costes y la competencia low cost.
Pese a la imagen de exclusividad que aún se proyecta en determinados segmentos del destino, la realidad sociodemográfica es menos favorable. La mayoría de los visitantes pertenecen a la categoría de ingresos medios, con un peso notable de unidades familiares, especialmente en Reino Unido y España. En un contexto de inflación persistente en Europa, este perfil tiende a recortar en gasto discrecional: excursiones, restauración fuera del hotel y compras. El efecto es visible en las zonas comerciales del sur, que experimentan caídas de consumo fuera de los picos de temporada alta.
El retrato final es el de un destino que mantiene su volumen gracias a la clase media-baja europea, pero que fracasa en atraer al viajero de alto valor añadido. El turismo responsable —aquel con mayor sensibilidad por el impacto local— apenas alcanza entre un 5% y un 8% según el mercado. El modelo sigue anclado en la explotación intensiva del producto sol y playa, con el relax como principal motivación, en detrimento de la cultura, la innovación o la diferenciación experiencial. Si el sur de Gran Canaria no logra corregir esta deriva hacia el bajo presupuesto, el riesgo es quedar atrapado en una espiral de precios bajos, infraestructuras envejecidas y escasa generación de riqueza local, un escenario que comprometería no solo la competitividad turística, sino la sostenibilidad económica del territorio a medio plazo.
















