La Confederación Canaria de Empresarios (CCE) ha celebrado su tradicional almuerzo de Navidad 2025 bajo un clima de opacidad mediática que ha generado malestar en el sector de la comunicación. No es casual este comportamiento: se hace siguiendo órdenes de medios que no quieren perder el control del relato. Al invitar solo a medios tradicionales seleccionados, la CCE busca un entorno de cortesía institucional. Los medios digitales, por su propia estructura, suelen ser más disruptivos y menos dependientes de los compromisos sociales que se tejen en esos almuerzos. El veto confirma que la directiva de Ortega prefiere el eco de los medios que tradicionalmente han sido más complacientes con el poder empresarial a cambio de estabilidad publicitaria o acceso exclusivo.
Desde CC, NC, PP y PSOE se ha lamentado la medida adoptada y mandarán el correspondiente mensaje de prudencia porque no quieren ser esclavos de la opacidad patronal máxime cuando estaban presentes sus máximos líderes regionales. Enviar como comunicado un discurso "almibarado" a media tarde sin haber cursado invitación de cobertura previa es una táctica clásica de control de daños. Al no permitir que los digitales acceder al discurso en directo sino seguirlo por Youtube, la CCE impide que se analice el lenguaje no verbal o que se detecten las contradicciones en el momento. Es una admisión de que el mensaje de Ortega no soporta el escrutinio de un periodismo que no se limite a "copiar y pegar" comunicados oficiales.
Mientras que en Europa el activismo accionarial y la transparencia informativa obligan a las patronales a ser cajas de cristal, lo ocurrido en este almuerzo de Navidad acerca a la CCE más a un modelo de cortijo que a una organización moderna del siglo XXI. En Berlín, una patronal que seleccionara a los medios por su formato (papel vs. digital) sería acusada inmediatamente de discriminación y manipulación informativa.
Por decisión de Ortega, se vetó la entrada a los medios digitales durante el evento, restringiendo el acceso a una selección de medios tradicionales. Sin embargo, a media tarde, la organización remitió una nota de prensa a todas las redacciones con el contenido del discurso de su presidente, Pedro Ortega; un texto cargado de tono "almibarado" y buenos deseos que contrastó con el silencio sepulcral sobre su futuro político y profesional. Ortega también ha vetado a empresarios de capital económica de Canarias, es decir, los tenedores del dinero en Maspalomas o Mogán.
A pesar del despliegue de optimismo en su comunicado, Ortega evitó despejar las dos grandes dudas que planean sobre su figura. Por un lado, no aclaró si impulsará una modificación de los estatutos de la CCE para optar a una nueva reelección al frente de la patronal de Las Palmas. Por otro, guardó silencio ante los crecientes rumores que lo sitúan como el candidato de Coalición Canaria (CC) a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria.
Hay que recordar que Pedro Ortega no es ajeno a la política activa: ya fue consejero de Economía e Industria del Gobierno de Canarias bajo las siglas de CC durante la legislatura 2015-2019, coincidiendo con la presidencia de Fernando Clavijo. Esta bicefalia entre su perfil empresarial y sus posibles ambiciones electorales ha generado suspicacias entre los asociados que piden una mayor transparencia sobre el rumbo de la organización.
El veto a los medios digitales en Canarias choca frontalmente con la tendencia de las organizaciones empresariales en el resto de Europa. Mientras que en las Islas se cierran puertas, entidades como la BDI en Alemania o el MEDEF en Francia han evolucionado hacia modelos de comunicación híbridos y de puertas abiertas. En Europa las patronales entienden que su influencia depende de la transparencia. En la UE, en la mayoría de los eventos se prioriza el acceso a medios nativos digitales, considerados clave para la agilidad informativa ante las instituciones de la Unión. En Canarias el modelo de la CCE parece anclado en el control del mensaje mediante la nota de prensa post-evento, una práctica que dificulta el contraste de información y las preguntas directas sobre temas espinosos como la reforma estatutaria de la CCE o la debida neutralidad política de sus líderes.
















