A las puertas de FITUR 2026, el recinto ferial de IFEMA en Madrid se prepara para ser el escenario de un cambio de narrativa fundamental para el motor económico de las Islas Canarias. El sur de Gran Canaria, con Maspalomas como joya de la corona, no acude a esta cita simplemente a renovar contratos de turoperación; acude a proponer un gran pacto sistémico que busca romper el binomio tradicional entre volumen de visitantes y estancamiento social.
Con las cifras de conectividad aérea en máximos históricos aunque con recorte de llegadas peninsulares, el liderazgo político de la isla busca transformar ese caudal de pasajeros en un dividendo social tangible, marcando un rumbo claro antes de la decisiva ITB de Berlín en marzo. El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, llegará a Madrid con una tesis clara: el éxito de la industria no puede medirse únicamente en cabezas de turistas. Su propuesta para 2026 huye de los dos extremos que han tensionado el debate público en el último año: el inmovilismo de "seguir como siempre" y la "turismofobia" reactiva.
El mensaje al mercado es que Gran Canaria exige un modelo donde la rentabilidad —que ya es récord en los balances de las hoteleras— se traduzca en mayor bienestar poblacional. Morales insiste en la diversificación y la protección del medio natural no como un coste, sino como la única garantía de supervivencia del activo a largo plazo. Es una visión alineada con las demandas de los inversores ESG que ya están monitorizando la salud social de los destinos.
Mientras el Cabildo marca la línea macro, el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana ejecuta la microestrategia de marca. La concejala de Turismo, Yilenia Vega, lidera la ofensiva para consolidar a Maspalomas como el destino de referencia absoluta en España. Lejos de ser solo una fiesta, el Carnaval Internacional de Maspalomas se posiciona como una herramienta de dinamización económica masiva. La audaz acción promocional en la Gran Vía de Madrid busca capturar el mercado nacional de alto gasto, posicionando el evento como un producto cultural de exportación que garantiza la ocupación hotelera en el tramo final del invierno.
La delegación de San Bartolomé de Tirajana busca atraer proyectos que refuercen la infraestructura de Maspalomas, alineándose con las nuevas exigencias de sostenibilidad que cadenas como RIU ya han empezado a certificar de forma integral. El desafío para Maspalomas en este FITUR es convencer a los mercados de que un turismo más "justo" es también más "rentable". Los datos de Rystad Energy y la UNCTAD que hemos analizado previamente muestran una isla hiperconectada; ahora, el reto es que esa conectividad no genere una brecha insalvable con la sociedad local.
FITUR 2026 será recordado como el año en que el sur de Gran Canaria dejó de pedir turistas para empezar a pedir socios estratégicos. La alianza entre el discurso de sostenibilidad de Morales y el empuje promocional de Vega en San Bartolomé de Tirajana busca blindar el destino ante las críticas sociales mientras se mantiene la competitividad internacional. Para las hoteleras y turoperadores, el mensaje en IFEMA es nítido: Gran Canaria sigue abierta al negocio, pero las reglas del juego han cambiado hacia una transparencia total en el impacto social y ambiental. Quien mejor se adapte a este "gran pacto", tendrá prioridad en la adjudicación de proyectos y apoyo institucional.
