El proyecto de El Veril, ese oasis de toboganes y olas artificiales que la familia Kiessling proyecta en el sur de Gran Canaria, entra en una fase donde los riesgos ya no se pueden ocultar bajo la alfombra de la propaganda. Al analizar el Diagnóstico Socioeconómico del PMM, uno comprende que no estamos solo ante un parque temático, sino ante un experimento de alto riesgo en una zona que ya está al límite de sus fuerzas.
El informe de Información y Diagnóstico Socioeconómico (fase Borrador y DIE, junio 2025) identifica como un riesgo crítico la pérdida de la memoria colectiva y el sentido de pertenencia de la comunidad local ante la transformación de El Veril. Según se detalla en el apartado sobre las emociones y el espacio urbano (página 28), la planificación debe ser consciente de que la percepción ciudadana se ve alterada cuando el espacio se orienta exclusivamente al uso turístico, lo que puede derivar en una desafección de los residentes hacia su propio entorno.
Este riesgo se ve agravado por la presión demográfica y la gentrificación expuestas en el análisis de los aspectos demográficos (página 3), donde se advierte que el modelo de desarrollo actual tiende a desplazar a la población local, comprometiendo la cohesión social y la diversidad necesaria para un urbanismo inclusivo y sostenible.
El diagnóstico del desequilibrio: Lo que Gesplan no puede callar
El informe de Información y Diagnóstico Socioeconómico es, en realidad, un acta notarial de una crisis anunciada. Si uno se detiene en el Índice (página 3), ya se percibe que la preocupación no es solo el cemento, sino el tejido humano que se va a desgarrar.
La trampa de la "Ciudad Turística Inclusiva" (página 29)
El documento dedica un apartado entero a este concepto, pero la realidad que describe es la de un municipio, San Bartolomé de Tirajana, que expulsa a sus propios hijos. El riesgo de segmentación social es altísimo. Mientras El Veril aspira a ser un "nodo de modernización", el informe reconoce implícitamente que el entorno urbano actual lucha contra la obsolescencia y la falta de cohesión. ¿Cómo vas a insertar un parque de lujo en una zona donde el urbanismo, como se analiza en la página 26, está en deuda con la diversidad social?
El "Urbanismo Consciente" frente a la Cruda Realidad (página 28)
Es fascinante cómo el informe técnico se ve obligado a hablar de "las emociones y el espacio urbano". Se advierte que el planeamiento debe ser "consciente", lo cual es una forma elegante de decir que la población está quemada. El riesgo de desafección ciudadana es una bomba de relojería. Si los vecinos perciben que el PMM El Veril es otra muralla que les separa del mar o de sus espacios comunes, la conflictividad social será el primer invitado en la inauguración del parque.
La Brecha de Género y la Seguridad (página 34)
Por primera vez, se introducen indicadores de género en la planificación urbana. El informe sugiere que el diseño de estos grandes proyectos a menudo ignora la seguridad y la movilidad de las mujeres en el espacio público. El riesgo aquí es crear un "gueto de ocio" seguro por dentro, pero inhóspito y oscuro por fuera, rompiendo los itinerarios cotidianos de las trabajadoras del sector.
Este PMM de El Veril se presenta como una "mejora de la competitividad", pero el diagnóstico socioeconómico actúa como un espejo incómodo. En la página 155, el listado de redactores —desde economistas hasta antropólogos— demuestra que han tenido que cubrirse las espaldas ante la complejidad del monstruo que están creando. La pregunta es sencilla: ¿Se puede construir un paraíso artificial sobre un diagnóstico de exclusión social? El informe dice que sí, siempre que se sigan unas pautas de "cohesión social" que, hasta la fecha, han brillado por su ausencia en el sur de Gran Canaria. El riesgo es que El Veril sea el último clavo en el ataúd de una convivencia equilibrada entre el turista y el residente.















