Corría 1968 cuando el turismo era una maquinaria de generar dinero y los isleños se beneficiaban de la no existencia de monopolios en la turoperación
Corría 1968 cuando el turismo era una maquinaria de generar dinero y los isleños se beneficiaban de la no existencia de monopolios en la turoperación. Los turistas llegaban atados pero eran libres a la hora de generar gasto. Se mezclaban con la gente. Por eso los locales funcionaban con un poco de fama y buen servicio. A eso, había que añadir los isleños que trabajaban en las zonas y el turismo interior. Así, mientras los jóvenes hacían la revolución en París o México en El Pajar nacía El Boya. Todo surge por familias que vienen de Telde a la pesca artesanal a El Pajar. El Boya es ahora de la Moreno Zerpa. El pionero fue Francisco Moreno Negrín, es decir, 'Tío Paco el boya viejo', un lobo de mar nacido en 1880, que era abuelo de Juan Moreno Artiles y bisabuelo de Oliver y Octavio Moreno Zerpa. El apodo de 'Boya' es porque las usaba dentro de las nasas y el pescado era engañado para entrar en este arte pesquero. Este 2022 ya cumple 54 años de alta en actividades económicas de Tirajana.
Ellos capturaban pescado y se enviaba en transporte a Telde, donde se vendía después en Las Palmas. La familia, la que podía, se quedaba en Telde, y ellos iban a visitarla en Semana Santa, Navidad o por San Juan, patrón de Telde. Tras los Moreno, llegaron al sur las familias Ruano, Negrín, Peña, Socorro, los Vega. Con Francisco El Boya llegaron sus hijos Domingo, Juan, José y Pancho tras ser criados por su madre, Josefa Martín Valerón. Pancho Moreno se hizo con una caseta de madera de apenas 8 metros cuadrados. Era una vivienda y empezaron a vender vino que traían desde Telde en unos garrafones antes de vender gofio, café, azúcar, aceite, pan y cebollas. Ahí surge el original Bar Playa 'el Boya', en lo que hoy es la entrada a la fábrica de cemento.
Los hijos iban por Salobre y El Tablero a vender pan, cebollas, café y azúcar que traían de Telde. Cuando se abre la fábrica de cemento en 1957, se traslada el negocio a la ubicación actual. La esposa Domingo, María Jesús Artiles Flores, murió Juan tenía 2 años y su hermano Domingo 5 años. La clientela en esos años estaba formada sobre todo por personal de la fábrica de cemento, así como por los transportistas de la misma, además de por vecinos de los barrios cercanos y marineros.
En los años 70 empezó el llamado boom turístico en las zonas de Playa del Inglés y Puerto Rico, con lo que la clientela poco a poco empieza a estar formada también por extranjeros. Domingo Moreno Martín estuvo trabajando en el negocio hasta 1978, aunque por estos años ya no vivía en Arguineguín, sino que al casarse por segunda vez, había vuelto a vivir a Telde, viniendo a ayudar principalmente los fines de semana. Juan Moreno Artiles, con 69 años de edad, es el máximo responsable del negocio, aunque delega en sus hijos Oliver y Octavio muchas de las responsabilidades del mismo. Juan conoció a una chica de la zona llamada Inmaculada Zerpa Acosta en el año 1962, casado en el año 1968. De este matrimonio además de Oliver y Octavio, que son los continuadores del negocio familiar, nacieron otros dos hijos, Juan Jesús y Sara, que se han dedicado a la educación, aunque cuando tienen ocasión ayudan en el negocio familiar.
En los años 90 y el sur de Gran Canaria comenzaba a crecer al calor del impulso del turismo tras la crisis de finales de los ochenta. Los primeros años del El Boya era un comercio de paso. Apenas contaba con dos mesas en el exterior, pero no estaban destinadas para comer sino para el envite, dominó y la zanga. Aquello fue creciendo por el boca a boca y la propiedad puso un par de mesas más con la esperanza de pasar desapercibido. Pero después no hubo más remedio que poner un toldo y al final tenemos, 32 años después, uno de los locales de paso más importantes de Canarias en calidad y buen gusto para las dimensiones que tiene. La tienda se hizo bar y se localizaba en el espacio que hoy ocupan la cocina y la cámara de frío del local actual, situadas en la parte trasera del mismo. Era de madera y cemento. Vivían ahí y tenían anexas un dormitorio, la cocina y un pequeño cuarto usado como almacén. Después, se separó el bar de la tienda. Lo que era una tienda en 1968, 55 años después es un emblemático local de restauración normal, sin locuras Michelín pero con una gran masa de seguidores y donde se conserva una pesa antigua de cuando el negocio era tienda y bar.