Miércoles, 31 de Diciembre de 2025
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SUCESOSEl último asfalto del agente Fermín: Un adiós bajo el sol de Juan Grande en 2025

El último asfalto del agente Fermín: Un adiós bajo el sol de Juan Grande en 2025

Gara Hernández - M24h Miércoles, 31 de Diciembre de 2025

Comienza 2026 y el retrovisor de la memoria hay que recordar a personas que se fueron de forma abrupta en 2025. Hay hombres que están hechos de una madera distinta, una que resiste el salitre y las noches largas en las comisarías del sur de Gran Canaria. Fermín Carlos fue uno de ellos. Pero el jueves 16 de octubre de 2025, a las 12:09 de la mañana, cuando el sol caía a plomo sobre la carretera GC-500, el destino decidió que su viaje terminara en un tramo recto, de esos que engañan a la vista por su claridad. El accidente por fortuna se saldó con ocho heridos que poco a poco se van recuperando de aquel trágico accidente.

Fermín conducía un Mercedes, el coche de su mujer, solo con sus pensamientos. En un segundo que nadie puede explicar, el vehículo invadió el carril contrario y chocó frontalmente contra una guagua que subía hacia Las Palmas con veinticuatro almas a bordo. La muerte fue limpia, rápida y definitiva, como a veces ocurre en las tragedias que no avisan. Los hierros retorcidos y el estruendo del impacto rompieron el silencio de Juan Grande, dejando tras de sí un saldo de heridos y una ausencia que pesará durante mucho tiempo entre quienes le conocieron.

A pesar de las sombras que proyectaron sus últimos años profesionales, Fermín nunca perdió el respeto de sus compañeros. En las calles y en los despachos de Maspalomas, se le recordará como un hombre que siempre tuvo el saludo dispuesto y el uniforme bien puesto. Aquellos que compartieron con él las guardias saben que, si cometió errores o se vio atrapado en procesos judiciales que lo superaron, fue quizás por una defensa que no estuvo a la altura o porque se vio envuelto en operaciones cuya complejidad era demasiado grande para un solo hombre. A veces, las redes que se tejen a nuestro alrededor son más fuertes que la voluntad de quien intenta cortarlas.

Es una bajeza del espíritu, de esas que florecen en el fango de internet, el haber sugerido que Fermín buscó su propio final. Quienes lanzaron esa tesis por un puñado de clics no conocen el valor de la familia ni el honor de un hombre que, a pesar de todo, seguía adelante. Es fácil para los cobardes, escondidos tras una pantalla, inventar motivos oscuros para una tragedia. Hablaron de autólisis para ganar unos pocos céntimos, pero los que saben de la vida y del honor de un viejo policía saben que eso es mentira. La Guardia Civil mira hacia el sol, hacia una distracción o una velocidad inadecuada; razones humanas para un final humano. No hubo rendición, solo el final del camino. Fermín murió con las manos en el volante, enfrentando el camino como siempre enfrentó la vida.

El tramo de un kilómetro donde ocurrió el siniestro ya está limpio. Las ambulancias se han ido y el tráfico vuelve a fluir entre el polvo y el calor. Pero en la comisaría de Maspalomas, hoy hay un asiento vacío y un silencio que habla de un agente que, con sus luces y sus sombras, se ganó el derecho a ser recordado con la dignidad de quien cumplió con su deber hasta que la carretera, esa vieja enemiga, decidió que ya era suficiente.

 

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