El aumento de incidentes de seguridad y la falta de respuesta social en los aeropuertos canarios ponen en jaque la imagen del archipiélago como destino turístico fiable
Los aeropuertos canarios, puntos clave para la imagen turística del archipiélago, vuelven a estar en el foco por los motivos equivocados. A las puertas del verano, cuando el sector turístico del sur de Gran Canaria se prepara para una de sus temporadas más potentes, los titulares no llegan desde la zona más turística de la isla, sino desde su puerta de entrada.
En Lanzarote, un turista escocés fue condenado a cuatro meses de prisión y a pagar más de 10.000 euros de indemnización tras agredir a un agente de la Guardia Civil en el aeropuerto César Manrique hace unos días. El agente terminó con un dedo roto tras la agresión y desde los sindicatos denuncian que este tipo de situaciones no son una excepción.
Mientras tanto, en Gran Canaria, el aeropuerto convive con otra problemática que va más allá de la seguridad: al menos cuarenta personas viven en sus instalaciones sin hogar ni alternativa habitacional. Organizaciones como Cáritas han alzado la voz ante esta situación, haciendo énfasis en que las terminales, concebidas como espacios de tránsito, se han convertido en refugios improvisados que nadie parece querer mirar de frente. (Ejemplo: Barajas - Madrid)
A todo esto hay que sumar el reciente y sonado incidente en el que un joven gambiano de 19 años fue abatido por la policíatras amenazar con un cuchillo a un taxista, pasajeros y agentes en el aeropuerto de Gran Canaria. La noticia, difundida con fuerza por medios internacionales como The Sun o Daily Mail, ha tenido un efecto directo sobre la percepción del destino. No es el tipo de viralidad que el turismo agradece.
Desde el sur de Gran Canaria, donde se concentra buena parte del músculo turístico de la isla, se mira con preocupación a estos episodios. Nadie pone en duda que Canarias sigue siendo un destino seguro, pero el ruido mediático generado por este tipo de sucesos deja huella. El sector pide más coordinación, más recursos y un mensaje claro de que estas situaciones no son la norma, sino la excepción.
Porque si algo ha demostrado el turismo en Canarias es su resiliencia; pero conviene recordar que la reputación cuesta años construirla y solo segundos perderla.