La bronca entre el Cabildo de Tenerife y Jet2 sigue dando que hablar. Si la semana pasada la altanería institucional de Rosa Dávila (presidenta del Cabildo de Tenerife) ya dejó en evidencia la falta de tacto político con una de las aerolíneas que más turistas trae a Canarias, ahora es el propio sector hotelero el que le está dando un merecido tirón de orejas.

El berrinche de Rosa Dávila con Jet2 (que, recordemos, simplemente hizo lo que cualquier empresa haría: advertir de que si Canarias espanta a los turistas, Jet2 pondría el ojo en otros destinos) derivó en una respuesta más propia de una tertulia de bar que de una dirigente con responsabilidad. Su “coge tus cuatro aviones y llévatelos pa’llá” pasó de ser una bravuconada a un serio problema para el sector turístico en las islas. Y el sector hotelero ha reaccionado.

La patronal hotelera tinerfeña no ha tardado en marcar distancias con la actitud de la presidenta insular. Las críticas contra Jet2 han sido calificadas de “desafortunadas” por parte de los empresarios, que entienden que el turismo británico no es un mercado al que se le pueda hablar con desprecio.

El mensaje es claro: si quieres que el turismo siga fluyendo, mejor no jugar a espantar a quienes llenan hoteles, restaurantes y comercios. La realidad es que Jet2 mueve cada año a cientos de miles de británicos hacia Canarias, muchos de ellos con destino al sur de Gran Canaria, donde las cifras de ocupación dependen en gran parte de la conectividad aérea con el Reino Unido.

En el sur de Gran Canaria, donde el sector turístico es el motor de la economía, este tipo de desencuentros generan inquietud. Mientras Tenerife se permite el lujo de plantarle cara a Jet2, en el sur de Gran Canaria muchos se temen lo peor con este pulso que desde la isla vecina han decidido echarle al mayor turoperador de Reino Unido.

Hace poco más de un lustro, cuando Thomas Cook quebró, Gran Canaria sintió el golpe con cancelaciones en cadena y hoteles que se quedaron con habitaciones vacías. Ahora, con la sombra de la competencia al acecho, los turoperadores cada vez más selectivos y el ruido en redes sociales de los movimientos contra el turista que llegan a oídos de nuestros mercados emisores, la estrategia provocadora desde las instituciones tinerfeñas parece, como mínimo, imprudente.