La apatía de los amarillos y una acción polémica que anuló un gol a favor sentenciaron a un equipo que va descender matemáticamente este miércoles al vencer el Alavés en casa al Valencia
La Unión Deportiva Las Palmas es virtualmente un equipo de Segunda División. Los amarillos cayeron en Sevilla en un partido donde el equipo se comportó como lo que ha demostrado ser durante este 2025: el segundo peor equipo de la categoría de oro del fútbol español.
Sin alma, sin ideas, sin alternativas y con un técnico que bajó los brazos cuando la plantilla más necesitaba un líder; los amarillos salieron al Sánchez Pizjuán a ver qué pasaba, una situación que de forma habitual supondría un atropello por parte del equipo contrario, pero enfrente estaba un Sevilla acongojado por la sombra del descenso y presionado por una afición que obligó a la plantilla a dormir en la ciudad deportiva el pasado sábado por razones de seguridad tras caer ante el Celta en Balaídos.
Tras una primera parte contemplativa por parte de ambos equipos, con errores y sin riesgos innecesarios, los 22 jugadores se fueron a vestuarios con 0-0 en el marcador y la certeza de que tocaba poner la carne en el asador en la segunda parte.
Y así lo hizo el Sevilla; los hispalenses se adelantaron en el marcador en el minuto 52 con un gol del canterano Álvaro Pascual. Un tanto que llegó sin un juego brillante por parte del conjunto hispalense, pero fue más que suficiente para superar a un equipo que salió a disputar la segunda parte como hizo en la primera: sin ideas y sin alma.
Aunque parecía imposible, el gol consiguió hundir aún más a los amarillos. La afición sevillista veía de cerca la salvación matemática y se volcó con su equipo, empequeñeciendo a los de Diego Martínez. Un Diego Martínez que parecía desdibujado en la banda y que tras recibir el gol decidió mover el banquillo y dar entrada a Javi Muñoz, Manu Fuster y Marc Cardona, intentando hacer alarde de tener alguna para darle la vuelta a un partido al que el equipo parecía haber renunciado desde el inicio.
Sin embargo, en uno de esos balonazos largos que intentaban encontrar algún rechace y colarse en la portería sevillista Oli Mcburnie consiguió peinar la bola y meterla en la portería defendida por Nyland. Pese a ello y como ha sido tendencia durante toda la temporada, una decisión arbitral polémica impidió que el gol subiera al marcador por una supuesta falta de Marc Cardona sobre el guardameta hispalense.
Pero ni el árbitro, ni la suerte, ni la historia sirven ya de excusa para un equipo que firmó su destino el pasado viernes tras caer sin ningún honor en casa ante el Rayo Vallecano y la semana anterior en un duelo ante el Valencia en el que al menos si dieron la cara.
Las Palmas regaló así la primera victoria en casa para un Sevilla que no ganaba en el Sánchez Pizjuán en competición liguera desde el pasado 14 de diciembre y que llegaba a este encuentro en una situación crítica, como los amarillos.
Los amarillos dejan así en anécdota el soplo de vida que tuvieron en Getafe para vencer a los de Bórdalas (3-1) y la épica victoria ante el Atlético de Madrid (0-1) en el Estadio de Gran Canaria; dos victorias que hicieron que la afición se volcara con un equipo que se desinfló cuando más tenía que dar el callo y que deja ahora su destino en manos de terceros.
La Unión Deportiva Las Palmas descenderá matemáticamente ya que el Deportivo Alavés ganó en casa al Valencia. Por su parte, los amarillos reciben el domingo en el Estadio de Gran Canaria al Leganés, que cierra el descenso a 2 puntos de los amarillos con un partido menos y que se enfrenta mañana en casa ante el Villareal.
Aunque no es matemático, la afición ya digiere el descenso y sus consecuencias. Unas consecuencias que serán puramente deportivas (ni soñar con un cambio institucional pese a la debacle) y que dejarán una plantilla desplumada gracias al proyecto low cost de una directiva que siempre ha primado el beneficio personal al deportivo.
La vuelta de los jugadores cedidos, la salida de todos aquellos que encuentren un proyecto en primera y la más que probable venta de Alberto Moleiro, la joven perla amarilla, marcarán el inicio del proyecto de los amarillos en su, prácticamente certificada, vuelta a la categoría de plata del fútbol español.